El deporte rural está ligado al trabajo del caserío, causa y raíz del mismo, en la lucha de sus moradores por la subsistencia, en un entorno natural difícil. Las formas de vida de nuestros antepasados han quedado grabadas en nuestros deportes autóctonos, a través de los diversos trabajos que han tenido que realizar: construir los caseríos y bordas con piedra, talar árboles, fabricar carbón, trabajar la tierra con bueyes, recolectar la cosecha y transportarla, segar la hierba, henificarla…
Actualmente la Federación de Herri Kirolak regula estas prácticas deportivas, unas 14 en total. Entre ellas el corte de troncos con hacha y tronzador, el levantamiento de piedra, el corte de hierba con guadaña, la sokatira, el transporte de txingas, la recogida de mazorcas, el levantamiento de yunque, la carrera de sacos, el levantamiento de carro, el levantamiento de fardo, las pruebas de arrastre con bueyes, pruebas de arrastre con personas, barrenadores…
Hasta la creación de las federaciones de Herri Kirolak, la apuesta ha sido la principal dinamizadora de nuestros juegos tradicionales. Este fenómeno se mantiene hoy día, pero su importancia ha disminuido por la estructuración actual del deporte.
Las modalidades de deporte rural exigen grandes dosis de energía y resistencia. Son auténticas demostraciones de fuerza y fondo físico.
Deportes surgidos en nuestro ámbito geográfico y ligados a su realidad social, cultural y económica.